viernes, 21 de octubre de 2011

VIGOREXIA un nuevo trastorno alimentario

Nota de la Revista Mía, publicada el 8 de septiembre de 2011


 
Ejercicio y alimentación al extremo
Se trata de un nuevo trastorno psíquico, cuya obsesión es verse tonificada, buscando un ideal de belleza inalcanzable.

                                                                                        Por Fernanda Bustos



La Vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno o desorden psíquico donde se asocia belleza con masa muscular. Quienes la padecen suelen pasar gran parte del día haciendo ejercicio físico y pensando en como poder llevar a cabo una dieta rica en alimentos proteicos para así aumentar la masa muscular del cuerpo.
Se la suele llamar en la jerga la " anorexia inversa", ya que si bien ambos tienen una distorsión  de su imagen corporal, los vigoréxicos buscan salir de un cuerpo que ven siempre como débil y delgado para llegar a uno fuerte y voluminoso.
Empezó siendo un problema masculino. " En las ultimas décadas se ha producido un corrimiento  progresivo de un gran espectro de actividades exclusivas de los hombres - quienes llevaban el pan a la casa, carácter sobre el que se apoyaba el concepto de virilidad- al ámbito de la competencia de las mujeres. Una manera de subliminar esa falta es replegarse sobre el propio cuerpo, dando a  los músculos la máxima expresión de fuerza y tamaño, remarca la Dra. Juana Poulisis en el libro " Los nuevos trastornos alimentarios".

¿Cosa de hombres?
Si bien este trastorno afecta en un 90% a los hombres - sobre todo los mas jóvenes-, cada vez hay  más casos de mujeres que lo padecen. "Las más preocupadas por por hacer ejercicio físico son las mujeres de 35 a 60 años, aunque la mayoría que hoy entreno tienen entre 40 y 50 años. Quieren estar bien tonificadas con formas curvas definidas", afirma José Donoso, Profesor Universitario de educación física del Gimnasio Olimpia Cancillería.(…)

Vigorexia bajo la lupa
La vigorexia o dismorfia muscular fue estudiada por primera vez en 1997, por el Dr. Harrison G. Pope, psiquiatra de Hospital Mc Lean en Boston ( Estados Unidos ). Se encuadró dentro de un grupo de trastornos denominados dismorfias corporales, sufridos por aquellas personas que no se sienten a gusto con su propio cuerpo y se obsesionan con la mejora de ciertos defectos físicos. Pueden llegar a pesarse y medirse varias veces por día y constantemente se miran en el espejo para comprobar sus progresos en cuanto al volumen  y definición de los músculos. " Estas conductas ubican este trastorno en el espectro de los obsesivos- compulsivos pero, dado que el  rasgo predominante distintivo e los vigoréxicos es la distorsión  que tiene de la imagen corporal, se los caracteriza dentro del trastorno dismórfico corporal", asegura la Dra. Juana Poulisis, especializada en trastornos alimentarios. Suelen ser personas poco sociables, que tienen una baja autoestima y una fuerte personalidad obsesiva, que repercute en todos los ámbitos.

¿Trastorno alimentario ?
Es una lucha inescrupulosa por el verse bien inexorablemente a ser  súper obsesivos con la alimentación. "La preocupación por ajustarse a una dieta baja en grasas (hipocalórica) y alta en proteínas (hipercalórica), con el peso corporal y la distorsión de la imagen, trae también  la asociación con la categoría de trastornos alimentarios, aunque no esté oficialmente aceptada como tal por entidades médicas como la Asociación Psiquiátrica Americana", sentencia la Dra. Juana Poulisis. Así suelen llevar una dieta desequilibrada, alta en proteínas e hidratos y baja en lípidos.
Lamentablemente, en más casos de lo que se cree se consumen esteroides anabólicos para aumentar la masa corporal. Entonces, y como consecuencia, aumenta el riesgo de padecer enfermedades, lesiones hepáticas, problemas cardíacos, osteoporosis, lesiones en tendones, edema, daño renal, etc..
Desde ya que la persona vigoréxica necesita reconocer que tiene un problema, por lo que la decisión de encarar un tratamiento no es voluntaria. Las consecuencias psicológicas y sociales del trastorno son las que menos se reconocen, por lo que no suelen tratarse. Suelen consultar al médico por los efectos adversos de ejercicios, dieta y sustancias, y en menos casos, por haber caído en una depresión al ver que todos los aspectos de su vida están afectados.
Para su tratamiento suelen necesitarse un abordaje multidisciplinario, utilizando psicoterapia cognitivo-conductual, en algunos casos, combinado con antidepresivos.

Encontrar el límite sano
Suele pasar que al realizar algún tipo de ejercicio físico, ya sea al aire libre o en un gimnasio, nos sentimos tan bien que queremos "más". Y así, se intensifica el entrenamiento, pudiendo volverse, incluso, excesivo. Es importante remarcar un mismo entrenamiento que es saludable para alguien, puede ser excesivo para otro ( aunque tengan la misma edad, contextura física). No siempre están claros esos límites. (…)

miércoles, 12 de octubre de 2011

La mesa compartida


La mesa compartida.
 Una de las carencias más importantes de este vertiginoso tiempo, es la pérdida de la mesa compartida. Es difícil que todos los miembros de la familia logren compartir al menos una comida diaria. La mesa familiar es una gran oportunidad para recrear un espacio de intimidad, previendo dejar de lado a la hora de comer, los conflictos, reclamos y caprichos.
 Es el lugar para compartir la misma comida, incorporar alimentos variados y prevenir desórdenes alimentarios. Por supuesto, debe prescindirse en ese momento de la televisión, los celulares e internet. Esto permite afianzar los canales de comunicación, esos que en etapas críticas como la adolescencia de los hijos, los padres reclaman sin advertir que antes no se preocuparon de ello.
 Si un miembro de la familia sigue una dieta por razones de salud, es importante que no se extienda a todos, especialmente a los niños y adolescentes. No se puede consumir sólo productos light o desterrar el azúcar en la alimentación de chicos que está creciendo. Si es necesario por salud, que siempre sea con indicación médica. Seguramente se le ofrecerá un plan alimentario equilibrado que incluya todo lo que necesita.
 Un error muy frecuente en los padres, es el de utilizar la comida como premio o castigo. Nada más desacertado. Restringir a un pequeño de alimentos que le gustan mucho porque cometió una falta, deja una huella indeleble en la memoria emotiva del niño. Seguramente un chico que padece trastorno por atracón, elegirá para su ingesta compulsiva  ese alimento que se le prohibía.
 Existen recursos para celebrar un logro o poner límites, más apropiados. La comida es necesaria en toda su variedad, incluso de esos alimentos que hoy tienen tan mala prensa por poco nutritivos e hipercalóricos. Valen por el disfrute que aportan, suprimirlos totalmente sólo incrementa el deseo de comerlos.
 Tan importante como los hábitos alimentarios son los mensajes de amor y confianza en sí mismos que los hijos obtienen de sus padres y del entorno.
 Si constantemente nuestras conversaciones están relacionadas con la imagen física, ellos entienden que este es el principal parámetro por el que valorarse a sí mismos y a los demás. Es bueno transmitirles otros referentes, historias y obras de personas que se destacan por su calidad humana, por su actividad intelectual, por su disciplina deportiva, en síntesis por su esfuerzo y responsabilidad.
 En este punto, acompañarlos en la búsqueda de una vocación, de una disciplina deportiva que los entusiasme o el aprendizaje de un arte u oficio les reporta más gratificación a largo plazo. También plantean desafíos en los que se pone en juego la creatividad, la incorporación de pautas y el trabajo en equipo, tan necesarios para el mundo adulto.
 Se ha comprobado en estudios abordados desde la corriente de la psicología positiva que los adolescentes que tienen actividades que implican cierto esfuerzo y aprendizaje, desarrollan una sana autoestima y tienen menos probabilidades de caer en depresión que aquellos que eligen la tentadora oferta de disfrute inmediato y sin esfuerzo ( videojuegos, televisión, navegar internet, visitar centros comerciales).
 Siempre es importante darle a los chicos un grado de libertad y autonomía necesarios para su maduración pero sin  descuidar la contención y los límites.
                                                                                                    Dra. Juana Poulisis

Los nuevos trastornos alimentarios

Recientemente publicado por Editorial Paidós
Un ejercicio mecánico y cotidiano como mirarse al espejo puede convertirse en una odisea para quien alberga en su mente un solo mandato interior: ?Tengo que estar flaca. No importa cómo?. Para algunas personas, la decisión de comer ?o no? un chocolate resulta más tensionante que rendir un examen. Temen al juez acusador que aguarda agazapado en los vericuetos de sus mentes. Temen la imagen de perfección que les presentan los medios de comunicación. Se alimentan de canciones, que las llevan por el camino de la delgadez extrema, y de páginas web, que les dan letra para abusar de su cuerpo. ?Ser delgado o no ser? es el mantra que repiten una y otra vez. Así, la alcohorexia, la vigorexia, la diabulimia, la orthorexia y los trastornos alimentarios (que pueden aflorar tanto en niños y adultos como, incluso, en futuras mamás) son simplemente trampolines para llegar a su objetivo.
En Los Nuevos Trastornos Alimentarios, Juana Poulisis nos ayuda a desenmarañar el aparente sinsentido de quienes arriesgan sus vidas para tener una silueta ideal. ¿Cómo se manifiesta en algunas personas la lucha por ser delgados, rápidos y eficientes? ¿Cómo puede lidiar una niña que está entrando en la pubertad con la invitación a ser atractiva, popular y fashion? ¿Qué camino va a elegir: el de una vida sana o aquel cuyas prácticas para sostener un bajo peso la lleven a la muerte? Estos son algunos de los interrogantes que la autora aborda en estas páginas con información precisa y mucha valentía.